Ya no queda espacio para el poema
porque ya no queda nada del alma
y entre jirones grises sólo surgen
las luces del invierno
ya no queda tiempo para vernos
ya no hay ningún espejo
que nos guarde memoria
estamos solos en el universo deshabitado
los ecos de los viejos poemas
tampoco han resistido
pues no hay visión
ni forma que albergue la metáfora:
sola, insonora
ni siquiera escondida
ni viva ni muerta
la palabra
sin tanto esperar nos dice
señala un punto que,
lejos del instante,
parece haberse ido
¿Dónde estabas tú entonces
mientras yo te miraba,
cuando los días se fueron?
¿Dónde estabas tú?
¿Dónde estaba yo cuando te miraba?
¿Quién era yo entonces? ¿Quién soy hoy?
Mientras se acerca el magrib
las respuestas se agolpan tras la ventana.
Yo quise alumbrar este poema
como canto imposible y final de una quimera
como el humilde reconocimiento de un vacío
de una realidad viva y ahora escrita
yo quise entregarte esta conciencia
por ser leal a una humana visión
fiel a una misteriosa palabra
que un día me hizo surgir a la existencia
...
Yo quise seguir enamorada
perdida entre los pensamientos
como una hoja que crece y cae al suelo
recitando el cántico de las estaciones
La creación surge para nosotros
como regalo del Dador
como un poema que al surgir
hiere nuestros oídos
tiñe nuestros ojos atónitos
entre todos los colores soñados
paisajes que un día nos señalaron
los horizontes de nuestro recuerdo
Gracias por abrir esta brecha
y hacer surgir de ella las palabras
mientras los ojos húmedos de lágrimas
aprenden de nuevo a regresar.
Hashim Cabrera (Poema2)
Fotografía: Marta Ruiz Vera
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